El lenguaje es la herramienta más bonita y la más manipuladora que tenemos. Con ella, somos capaces de hacer creer que algo malo es bueno, que es una suerte o incluso un privilegio.
Nos hemos acostumbrado a no llamar a las cosas por su nombre, a ser políticamente correctxs y a sonreír cuando nos están dando una buena hostia o se la están dando a la persona de al lado. Así, hemos llegado a sustituir términos como precariedad laboral por «empleo atípico», «empleo contingente», «empleo flexible», «trabajo ocasional», «trabajo informal»… Pero detrás de todos estos eufemismos hay una única realidad y muy grave: la precariedad laboral. La precariedad laboral es un determinante social que afecta la salud de lxs trabajadorxs, las familias e incluso a las comunidades.
Estos eufemismos, además, se suman a las sentencias que caen sobre las generaciones más jóvenes:
· A la generación millennial le da igual el salario.
· La generación millennial no se compromete con una única organización.
· La generación millennial prefiere ganar menos a cambio de comer tacos los viernes en la oficina.
Todo ese rollo que se creó sobre la falta de compromiso y la no necesidad de estabilidad, ya aburre. Y es falso.
Así que vamos al lío y traduzcamos algunos de estos términos del neolenguaje que ayudan a las empresas, a los medios y a los gurús de la nada a romantizar la pobreza:
Treinteenagers
Lo que nos dicen que es:
Treintañerxs que no asumen las responsabilidades «típicas» de su edad. No tienen un trabajo estable y tienen un estilo de vida más propia de la adolescencia. No tienen ninguna intención de independizarse ni de formar una familia.
Lo que realmente significa:
Más que carecer de intención, no tienen posibilidad. Son personas de entre 30 y 40 tacos que siguen viviendo con sus padres o de sus padres o con diez compañerxs, comiendo doritos y desayunando cola cao. Porque además de no conseguir un trabajo estable, han asumido ese rol infantil que ahora está tan de moda para que sigamos consumiendo lo que consumíamos con 10 años (las galletitas de dinosaurio, las gominolas de ositos, Friends…) y que, además, ayuda a no sentirnos culpables.
Minijob
Lo que nos dicen que es:
Los minijobbers son personas que tienen un mini contrato de trabajo. El mini trabajo se creó para ayudar a las pequeñas empresas a contratar de forma rápida y flexible. También es bueno para lxs empleadxs porque significa que siempre pueden tener un mini trabajo, además de su trabajo normal, ganando un dinero extra. Jo, qué mini todo, qué cuqui.
Lo que realmente significa:
Es conocido también como marginal employment -empleo marginal- o €450 job -trabajo de (hasta) 450€.
Los minijobs aparecen por primera vez en Alemania en el 2003. En Alemania no existe una definición generalmente aceptada de «empleo precario». El término prekäre Beschäftigung no se usa con frecuencia (Bäcker 2007; Buntenbach 2007), es más común decir «empleo atípico». Y, ya sabes, lo que no se nombra no existe.
Un mini trabajo es cualquier forma de empleo con un pago mensual medio de no más de 450 €. Y es una forma destacada de empleo precario, predominantemente en las mujeres. Oh, chorprecha. Según la definición de la OCDE, los salarios bajos son los que están por debajo de dos tercios del salario medio nacional sobre una base mensual (en lo que respecta al trabajo a tiempo completo) o por horas (aplicable a todo tipo de relaciones laborales). Y en Alemania, desde mediados de la década de 1990, los salarios bajos han aumentado en más de un 43% (Kalina y Weinkopf 2008 ).
Lo que de verdad, de verdad significa un mini job es que es un trabajo de mierda que tienes que compaginar con muchos otros trabajos de mierda. No nos engañemos, si queremos compaginar un trabajo fijo con otro, lo hacemos por vocación o porque ese trabajo está muy mal pagado.
Nesting o Cocooning
Lo que nos dicen que es:
No salir de casa en todo el fin de semana ilumina la mente. Es el placer de no salir de casa. La tendencia que invita a quedarse en casa todo el fin de semana.
Sí, son titulares reales.
Lo que realmente significa:
No tienes ni un céntimo gracias a tus 3 mini jobs y el alquiler inflado.
Lo cierto es que detrás de esta supuesta tendencia, que nació en los 90s, está la necesidad del mercado de potenciar las compras telefónicas -ahora online- y el take away. El término cocooning fue acuñado por Faith Popcorn -consultora de marketing-, que identificó este «estilo» de vida como una oportunidad para aumentar la venta desde casita, cuando estás solx, aburridx o incluso deprimidx.
No poder salir de tu cuarto en tu piso compartido o de tu casa que también es tu oficina, no es una moda, es una realidad para miles de jóvenes que no se pueden permitir salir a cenar o ir al cine. El nesting, el cocooning o el bunkering no es nada cool ni hippie, es la consecuencia de no tener los recursos suficientes sumado al hecho de poder socializar desde nuestras pantallas.
Friganismo
Lo que nos dicen que es:
La palabra «freegan» fue acuñada por uno de los fundadores del movimiento Food Not Bombs, que «recupera» alimentos para organizar comidas públicas. Ahora se ha convertido en una ideología que defiende reducir el consumismo y buscar alternativas al capitalismo a través de la apropiación de los residuos.
Cansados del paleo, los hipsters ahora prefieren bucear en los contenedores.
Lo que realmente significa:
Hoy en día, es descargarte una app que te permite ir a por las sobras de los restaurantes. Algo que jamás harías si no fuese porque te lo dejan tirado de precio y no llegas a fin de mes, pero sientes la necesidad de comer sushi igualmente porque si no eres la única persona en instagram que no sube su cena bonita.
Coliving
Lo que nos dicen que es:
Es el nuevo fenómeno residencial que atrae a lxs jóvenes y a no tan jóvenes. Son espacios de convivencia que incluyen habitaciones privadas con WiFi, acceso a una zona de trabajo conjunto y cocina compartida.
Lo que realmente significa:
Es el nuevo fenómeno residencial, sí, que atrae a los inversores por su alta rentabilidad. Coliving es un término inmobiliario que se ha popularizado por el auge de las inmobiliarias que ofrecen viviendas asequibles, compartidas con espacios de convivencia. Hay la opción de viviendas unifamiliares y hasta colmenas a las que ir solo a dormir.
¿A cuántas personas de menos de 35 conoces que vivan solxs? En España, en 2019, la media de edad estaba en 32 años. Aumentó la búsqueda de inmuebles, sí, pero «no la han encontrado: del 24% en 2018 al 38% en 2019» por su situación económica. ¿Os cuento qué tiene de tendencia eso de compartir piso con 30? La necesidad.
Salud mental
Esto sí debería ser tendencia.
La relación entre la precariedad laboral y la mala salud mental es clara. Lxs trabajadorxs con empleos precarios tienen tres veces más probabilidades de sufrir problemas de salud mental que quienes tienen empleos seguros.
Y sí, por supuesto, encontrarás a personas treinteañeras que te dirán que les encanta vivir con cinco personas más, tener que cambiar de piso cada año e ir a las once de la noche a por una barra de pan y 5 croissants que han sobrado en su bakery fav. Pero mira, no, no eres moderno, eres pobre, niño.